Como fotógrafo de bodas en Mallorca, siempre hay algo que se me despierta cuando una pareja me pide hacer las fotos de su boda. Más allá del mero hecho de poder trabajar y ganarnos la vida con este arte, creo que todos los fotógrafos de bodas estamos de acuerdo en que somos unos privilegiados. Saber que una pareja te confía la labor de capturar sus recuerdos más especiales, más bonitos… eso es un honor. ¿Y lo mejor de todo? Es que nos invitan a los mejores saraos (¡y en primera fila!) 🙌
Cuando se trata de una boda íntima, la relación que estableces con la pareja (en este caso, las novias) y, sobre todo con sus seres más queridos, es algo distinta. Y es que, a veces, acabas conociendo (discretamente y desde la cámara) a todos los invitados, en un plano más cercano.
En esta ocasión y a pesar de ser una boda íntima, fue una fiesta en toda regla, para la que bastaba una excusa, la de la vida y la felicidad compartida. La de querer celebrar el aquí y el ahora, el momento presente, con los más queridos.
Boda en Deià. El lugar, el mirador de Can Corraca, un pequeño balcón a los pies de la Serra de Tramuntana. Rodeado de terrazas de olivos y con el azul del Mar Mediterráneo como fondo. Tras él se encuentra el pueblo de Deià, con sus callejuelas y sus plazas, por las que parece que no pasa el tiempo.
La ceremonia, probablemente una de las más bonitas que haya presenciado hasta ahora y con actuación sorpresa y traca final, al estilo valenciano 😉 El aperitivo y la comida fueron en el Restaurante Nama, en Deià, con un ambiente distendido, íntimo y en la mejor compañía. El día acabó con la lectura de las cartas que las novias habían escrito a cada uno de los invitados. Un final muy especial para un día cargado de emociones.
Sin más y como siempre, aquí dejo un pequeño resumen de lo vivido.
Vestido (blanco) de Draps
Flores de Tallo Floristas
Mobiliario de Tot A Punt
Zapatos de Castañer